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TÉMOIGNAGE D´UNE ANCIENNE ÉLÈVE

Inés Mattil

Quien te pida que describas Saint Chaumond en una palabra, no sabe lo que le espera. Es
imposible describirlo con una palabra, tampoco con una frase, ni si quiera con un proverbio.
Si empezamos por un aspecto físico, Saint Chaumond es un colegio, situado en el Viso, en una
casita amarilla. Parece una casa simple y si exceptuamos los gritos que salen de ahí, no
parece que albergue mucha gente. Esa es la primera impresión de la gente que pasa por ahí.
Pero no juzgues un libro por su portada, y menos este libro, que tiene tantas páginas como el
Quijote y más historia y trama que las novelas de Sherlock Holmes.
Los personajes de este libro, nosotras las alumnas, somos fáciles de identificar. Somos pocas
en número, pero solo hay que girar la cabeza, en cualquier zona de Madrid, para encontrarte
ese uniforme azul, de falda plisada azul marino, y jersey de pico. Reconocer nuestro uniforme
no tiene mérito, lo que sí tiene mérito es conocer y entender qué conlleva llevarlo: no es solo un
uniforme, o una regla del colegio, tiene un valor simbólico, como la armadura que se pone un
caballero antes de combatir: su cota de malla, el yelmo y la espada, pero también se identifica
con un sentimiento, el orgullo de llevarlo. Eso es nuestro uniforme; no son telas ni colores, son
anécdotas, una forma de vivir, una educación y un día a día.
Poca gente entiende la gratitud que sentimos hacia nuestro colegio, y esa devoción con la que
hablamos de él. Cuentas que todo comenzó en una rampa de garaje, que no tenemos pasillos
pero sí tuvimos una regla que nos impedía correr en ellos, que nos hacen arrodillarnos para
comprobar el largo de la falda, y que no puedas llevar más de dos pulseras en una mano.
Cuentas todo esto y la gente no da crédito, y aun así, todavía no saben nada. Hemos tenido un
tobogán por el que nunca nadie se ha podido tirar, un patio donde no podíamos ni correr ni
saltar a la comba, y directoras lanzando sugus por el patio, como si de los Reyes Magos se
tratase. Creéis que os empezáis a hacer una idea, pero seguís sin saber nada. Me estoy
quedando en lo superficial, en historietas que seguramente ya habréis oído, pero os falta saber
qué sentimos, y por qué damos las gracias.
Nuestro colegio ante todo es unión, como su nombre lo indica, una unión entre alumnas, entre
profesores y estudiantes, y además una unión en valores, actitudes y forma de ver el mundo.
Nos conocimos a los tres años, entrando todas por una intimidante puerta verde y bajando
lentamente una rampa, que nos conducía poco a poco, no a una clase, sino a lo que más tarde
pasó a ser una parte de nosotras.
Empezamos como compañeras de clase, y acabamos 15 años más tarde, siendo amigas de
verdad. Y es que 15 años día a día, riéndote por las mismas tonterías, sufriendo todas las
mismas broncas y conviviendo todas con el "espíritu Saint Chaumond," crea el más fuerte de
los vínculos. Hemos aprendido humildad, generosidad, esfuerzo y compañerismo.
Nos han acribillado a trabajos y exposiciones, redacciones y exámenes y todo ello para
enseñarnos que, con esfuerzo y honestidad, acabas consiguiendo lo que quieres.
Seremos un colegio pequeño, pero nadie organiza fiestas como las de nuestra tómbola o la de
navidad. Nadie taconea como nosotras la “Salve rociera” en el mes de mayo, ni es capaz de
racionar tan solo dos humildes bocadillos para 20 amigas, sentadas en el patio.
Por todo ello, como antigua alumna, al ver a alguien del colegio Saint Chaumond, no veo sólo
un uniforme azul marino, ni profesores anónimos, sino que veo con envidia los años que le
quedan y todo lo que le falta por vivir en este colegio tan nuestro. A pesar de las típicas quejas
de los estudiantes, te da la sensación de que no aprovechaste del todo el tiempo que allí
viviste, que no diste suficientemente las gracias. Por estas razones, ahora doy las gracias a
Saint Chaumond, por esos 15 años que nos han marcado a todas y por esta emoción con la
que estoy describiendo mi cole.

Le témoignage d´ une ancienne élève: Acerca de
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